domingo, 6 de enero de 2008

PALABRAS ESCRITAS Nº 1 segunda parte







Nota: se continúa la publicación de la segunda parte del primer número de "Palabras Escritas" aparecido en Asunción, Paraguay, Servilibro en enero 2006.




Todas las ilustraciones son del plástico Miguel Pencieri.






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Sebastiao Uchoa Leite(Timbaúba, Recife, 1935)
















El magisterio de su poesía intelectualizada, culturalista, irónica, crítica y de fragmentado sujeto ha sido reconocido a partir de la década de 1980. Abrió una senda que ya es un verdadero camino entre las poéticas cabralina y concreta. Lejos de las veleidades estéticas y sentimentales, su poética átona, "antilírica", innovadora, ascética y minimalista, parece preocupada por la deconstrucción del mundo, con aquello que incluso "está fuera de la lengua de la poesía" (Anelito de Oliveira), a través de versos-hendidura. Puede ser considerada como una poética postmoderna (relectura, intertextualidad, fragmentación) que no esconde cierta "tensión política". También es un valioso ensayista sobre temas múltiples y traductor de prestigio de obras como las de Octavio Paz y François Villon. Recientemente, ha aparecido una antología suya en España: Contratextos (DVD).









OBRA POÉTICA: Dez sonetos sem matéria, 1960; Antilogia, 1979; Isso nao é aquí/o, 1982; CorteslToques, incluido en Obra em Dobras, 1989; A uma incógnita, 1991; A fícçao vida, 1993; A espreita, 2000.






















NECESITAMOS









inteligencias radar




y sónar




para la captación de formas.




La poesía es un reto.




No (necesariamente) un concepto.




Una identificación de ecos




por donde lo ininteligible




se entiende.









De Cortes / Toques (1983)
























ANOTACIÓN: LA OBRA LÍRICA














En una ocasión viniendo por el




lateral




Del Campo de Santana




Y entrando acelerado




En Azeredo Coutinho




Dirección: Archivo




Como un Josef K cualquiera




Me encontré




Con algo de la especie




Considerada humana




De cuc1i11as




Poniendo allí su huevo




Atravesé y pensé




Que allí era




La obra en el sentido literal.









De A ficção vida (1993)







































Armando Freitas Filho(Río de Janeiro, 1940)
























Una de las voces más intensas de la poesía brasileña actual. Con lejanas huellas "praxianas" en cierto uso del lenguaje (raíces de las palabras), su lírica urbana, entre la tensión del lenguaje y de la vida, entre la técnica y el corazón, entre una fuerte imagética y el oído de la calle -"soy todo ojo y oídos"-, consigue alcanzar variadas sensorialidades, lecturas y puntos cardinales. Mucha de su poesía puede ser declarada de arte erótica. Tiene un libro publicado en España, en la editorial Hiperión. Sus últimos dos libros han dado una verdadera vuelta de tuerca, abrir la poética a un bies de tenor ensayístico (entre la sensación y el sentido), cuyas venas son cada vez más indagatorias, y donde el peso del mundo es continuamente interpretado.









OBRA POÉTICA: Palavra, 1963; Dual, 1966; Marca registrada, 1970; De corpo presente, 1975; A mão livre, 1979; Longa vida, 1982; 3x4, 1985; De cor, 1988; Cabeça de homem, 1991; Números anónimos, 1994; Duplo cego, 1997; Fio terra, 2000.





























CON GAFAS RIMBAUD














Escribo bajo la luz entrecortada




de las bombas que explotan




en las aguas de la televisión.




Si no, estaría todo oscuro




aquí dentro.




Y el blanco de esta hoja, ahí afuera




en este barco libre




no sería blancode estas iluminaciones sobresaltadas.









Describo un clima con dos sentidos:




una previsión del tiempo de dentro




una visión del tiempo de afuera




mientras entre uno y otro




en una estación de hierro




se comete, en el tiempo inestable




con mano-cangrejo y mucho tacto




un crimen




que es un anticlímax perfecto.









De De cor (1988)














***
























Roberto Piva(São Paulo, 1943)



















Pertenece a una estirpe poética en extinción, aquella que cree en la transformación de la vida a través de la transformación de la palabra, con referentes en la poesía beatnik, en la vía surrealista y en la veta chamánica. "Mi poesía es magmática", confiesa el propio poeta dionisiaco: "el éxtasis es el alma de los versos" (Mackenna/Gordon Wasson). Curiosamente, y contra pronóstico, hay descendientes espirituales (Glauco Mattoso y Valdo Motta) y estilísticos (Afonso Henriques Neto).









OBRA POÉTICA: Paranóia, 1963; Piazzas, 1964; Abra os olhos & diga ah, 1976; Coxas, 1979; 20 poemas com brocoli, 1981; Quizumba, 1983; Antología poética, 1985; Ciclones, 1997.



















...este paraíso es de víboras azules...




Herberto Helder














Este paraíso es así:




repleto de razas respiratorias.




Nubes, periquitos, uvas negras




al borde de la burla.









Este paraíso es así:




relámpagos & dulces de leche,




puñal escapando de la vaina




de vértebras.




Chaval-gavilán danzando




al sol extranjero.









Este paraíso es así:hojas de ricino, submarinos




viajando en la propia sangre.




Levedad. Flores frenéticas.




Batuque* susurrando: también yo




atravesé el infierno.









De Ciclones (1997)









*Batuque: ritmo de batucada, por extensión, música de percusiones, sinónimo de samba. Comenzó a usarse la palabra por el año 1930, según Mário de Andrade.


































Cacaso (Antônio Carlos de Brito)




(Uberaba, Minas Gerais, 1944-1987)



















De él se dice que ha escrito "la educación sentimental de su generación", donde el binomio poesía y vida se estrecha, en una estética de lo natural que tiene puntos de contacto con Manuel Bandeira. Natural de Minas Gerais, en Río de Janeiro, enseguida asimiló la estética carioca. Según otro poeta, Francisco Alvim, Cacaso tiene en su poesía "el genio brasileño del habla suave, sensual y malicioso". Colaboró con el medio musical como letrista y fue también agudo crítico literario. Su temprana muerte dejó un sendero lírico en la incógnita.









OBRA POÉTICA: A palavra cerzida, 1967; Grupo Escolar, 1974; Segunda classe, 1975; Na corda bamba, 1978; Mar de mineiro, 1982; Beijo na boca e outros poemas, 1985.
























CINE MUDO III



















Veo tu retrato como si yo




ya hubiese muerto.




Guirnaldas golpean continencia.









Libre en tu memoria escojo la forma




que más me conviene: querubín




gaviotas blindadas




suave el tiempo suspende el engranaje.




Del otro lado del jardín ya saboreo




los inocentes granos de la demencia.
























ESTADIO DEL ESPEJO














¡Ah los ojos que me veían!




¡Cómo yo era bello y gentil a ciertos ojos




que me veían!




Ahora, delante de mí mismo,




no soporto esta cosa horrenda que brota




de mis suaves rostros, que muere y nace.









¿En los ojos de quién habré perdido mi rostro?









De Beijo na boca (1975)
























CUNA ESPLÉNDIDA



















De aguas negras y mansas está hecha mi sangre




donde toda furia es represada. Nada compensa




la lentitud de la miseria jamás en la memoria




sepultada.




Imperceptible mi brazo hende -como en una




coz- el cráneo encarnado de la madrugada.









De Segunda classe (1975)


































Francisco Alvim(Araxá, Minas Gerais, 1938)














La mayoría de sus poemas podrían ser dramatizados, llevados al escenario (teatralización de la voz lírica, porque son voces, según Cacaso). El mismo poeta llamó también la atención sobre la captación de recursos plásticos y el enamoramiento de la luz de Brasilia. El arte poético de Francisco Alvim es una antioda a la monumentalidad, sus versos son de una concisión oriental, a veces pura línea (poemas miniatura). En parte porque es una poesía que habla también de lo que calla, mezclando pop, tropicalismo y antropofagia. En esta poetización de lo cotidiano, la poesía es alegoría nacional. Tiene influencias y sintonías con sus hermanas poetas, María Angela y María Lucía Alvim. Su nuevo y amplio libro, Elefante, guarda sorpresas, incluso de inesperados largos poemas.









OBRA POÉTICA: Sol dos cegos, 1968; Passatempo, 1974; Dia sim dia não, 1978 (con Eudoro Augusto); Lago, montanha, 1981; Festa, 1981; O carpa fora, incluido en Poesias reunidas, 1988; Elefante, 2000.





























UNA CIUDAD



















Con gula autofágica devoro la tarde




en que antiguos gestos me modelaron




Hace mucho, acabada la mirada por la




indiferencia de la retina,




me veo en lo que soy;




Arquitectura desolada,




restos de estómago y maxilar




con que devoro el tiempo




y me devoro.









De Sol dos cegos (1968)
























OTRAS LUCHAS














Mário Faustino* un día escribió




que la poesía brasileña




para cambiar




y volver a ser buena




necesitaba -entre otras cosas-




de poetas perseguidos por la policía




Los polis** parece que leyeron esto




opinan lo mismo




y pillaron a Nick.









De Dia sim dia não (1978)














* Mário Faustino (1930-1962), poeta puente de la década de 1950, entre la tradición discursiva y un nuevo imaginario metafórico.




** En el original, ômi, corrupción lingüística de homens (hombres), que quiere decir policías, así como militares y hombres del poder.


































Sebastiao Nunes(Bocaiúva, Minas Gerais, 1938)



















Insólito caso de poeta, prosista, ensayista y artista visual. Verdadero outsider cada vez más reconocido, por la originalidad, crítica e invención de su independiente e inclasificable obra, llena de apócrifos de su nombre y de direcciones poéticas. La indagación alternativa en el campo de la visualidad constructiva es todo un legado. Sus poemas destilan una combinación de culturalismo, humor, causticidad, historia y contemporaneidad. Las diversas "antologías mamalucas" (ediciones de autor, "dubolso") son ejemplos bibliográficos. "Poesía de choque" (según el poeta Afonso Ávila).














OBRA POÉTICA: Última carta de América, 1968; A cidade de Deus, 1970; Finis operis, 1973; O suícidio do Ator, 1978; Serenata em B menor, 1979; A velhice do poeta marginal, 1983; Papéis higiênicos, 1985; Antologia mamaluca e poesia inédita, vol. 1, 1988; Aurea mediocritas; Antologia mamaluca e poesia inédita, vol. 2, 1989 (incluyen todos los libros citados).





























ENFISEMA PULMONAR









(Elegía rupestre para Levi Araújo, el menor de los Nunes)
























Levi Aráujo Nunes nació en Serro, Minas Gerais. de donde huyó a los 15 años, después de una pelea a tiros en la cual hirió (o mató) a alguien, si mi abuela Antoninha no estaba delirando. Participó de dos o tres tumultos militares, por idealismo, gusto por la aventura y falta de qué hacer. Me enseñó que pereza e irresponsabilidad son grandes virtudes, pero exigen coraje y astucia. Siempre quiso que yo escribiese como Guerra Junqueiro, el único poeta que admiraba. Se casó un día antes de la muerte de mi abuela Etelvina y, con 4 vacas de herencia, abrió una tienda en Bocaiúva, M.G., donde se asiló para siempre.














dos y media de la tarde. 10 de junio de 1984.




manos secas. Pies juntos. algodonales en la nariz.




velo negro sobre el rostro: novio tímido de gusanos.




rutinera tierra morada sobre el cadáver de cera.









se va levi y sus 40 kilos de hueso.




se va el enfisema: misión cumplida.




se van cigarros de paja. toses. ir de pesca.




revólver en la cintura. barajas. el ojo de cobra.









el enterrador suda y maldice: antes él que yo.




fue todo muy rápido. silencioso. sin quejas.




1 metro y 58 y nunca confesó nada. ni a cura.




nunca pidió nada. nunca aceptó nada. ni de dios.









tan pequeño para un orgullo tan grande.




feroz como todos los pequeños. duro como diamante.




hasta que finalmente todo paso -y nada.




¿qué diferencia hay? siglos o mitos o segundos:




grandes ilusiones se arrastran entre lagartijas.









entonces es verdad: entonces la vida no pasa de esto:




un soplo: una mota en el ojo: un soplo: y nada.














De Papéis higiênicos (1983/1985)



















****



















Orides Fontela




(São João da Boa Vista, São Paulo, 1940-1998)



















Su obra poética, aislada en sí misma y de cualquier generalización temporal, parece atraída por su propio misterio ontológico. Es una poesía mineral, ascética, celosa de su secreto y no exenta de una cierta dramaticidad metafísica, que camina entre la revelación y la perplejidad existencial. En su decir puro se puede sentir un linaje presocrático. El respetado teórico literario Antonio Candido le coloca entre sus tres poetas preferidos. Vivió en más de una intemperie. Dejó una económica pero tupida tela de palabras y símbolos a la búsqueda de significados, "una poesía alada y llena de peso".














OBRA POÉTICA: Transposição, 1969; Helianto, 1973; Alba, 1983; Rosácea, 1986; Trevo, 1998; Teia, 1996.


































ESFINGE














No hay preguntas. Salvaje




el silencio crece, difícil.














De Rosácea (1986)



















ADIVINA














Lo que es impalpable




pero




pesa









lo que es sin rostro




pero




hiere









lo que es invisible




pero




duele.














De Teia (1996)







































Nota: en los Nº 2 y 3 de Palabras Escritas se irán publicando otros poetas brasileros, siguiendo el orden del libro "Correspondencia Celeste" de Adolfo Montejo a quien agradecemos su autorización.











7 de Marzo (*)







Luis Hernáez











Venía arrastrando mis problemas desde mucho antes, es cierto, pero no lo es menos que hasta entonces habían sido solamente eso: problemas, que a partir de mis largas y densas horas en la Facultad entre compañeros diversos, entre gente de otra clase, al juntar más conocimientos y más teorías trasvasadas en interminables clases a mi conocimiento, se convirtieron en desazón y, no es nada estúpido decirlo, melancolía.

Recuerdo que en una oportunidad el Profesor dijo que el determinismo es la excusa que inventan los espíritus débiles para justificarse, y agregó, sonriendo campechano: "que yo fui el arquitecto de mi propio destino, ¿lo recuerdan?".

Yo formaba parte del reducido grupo de alumnos entusiastas que colaboraban para mantener la dinámica de la clase y en alto el espíritu del Profesor participando activamente y asentí, como ellos, sonriendo.Pero en el fondo pensé, después en mi casa, que esa llamativa aseveración poética era más que nada eso, poesía, porque no es posible hacer mucha arquitectura con uno mismo cuando se nació un 7 de Marzo como yo, y en el seno de una tradicional familia respetuosa del Almanaque Bristol y su Santoral, como la mía, por más policía que se empleara tratando.

¿Por qué nací un 7 de Marzo?, me pregunté más de una vez aplastado por la desazón, y mi siguiente pregunta tenía mucho de airada reacción contra el dictado del destino adverso: ¿por qué el 7 de Marzo es San Eubulo? ¡Eubulo! ¡mirá que de una patada te vamos a romper el!Cualquiera pensaría que los niños de la primaria (tiernos años de infancia inocentemente esperanzada) no gustan de esa clase de bromas, y es probable que así sea. No gustarán de la broma en sí misma, digo yo, pero sí que disfrutan enormemente con la tortura que ocasionan. Hasta hoy recuerdo las carcajadas que soltaban y lo increíblemente contagioso que resultaba el chiste.

Mis amigos más amigos, dos o tres, tal vez cuatro pero con reservas, comprendieron al fin mi drama hacia el final del segundo año que compartimos en la escuela y me apodaron, bienintencionados ellos, Bulo, pero la alternativa propuesta no resultó satisfactoria, porque lógicamente una letra no hacía la diferencia con la espantosa palabra semejante, sobre todo en la canchita donde jugábamos a la pelota, o en el patio, gritando.Entonces mis amigos, imbatibles y generosos, probaron con Eubú pero los demás, rápidamente (que la inventiva no tiene límites cuando se trata de determinadas cosas), retrucaron con Elcú, y por cierto se divirtieron grandemente: "Elcú lo que quiere es", etcétera. Creo que, a la larga, también mis amigos llegaron a divertirse un poco con este juego.Cuando llegamos al sexto año nos soplaron a todos nuevos vientos, renovados, más amplios, independientes, desde las alturas de la Secundaria nos bajaban ramalazos retadores y vivificantes y asumimos que estábamos llegando al final de una etapa de nuestras vidas para iniciar otra, intensa, importante, "medular", solía decirnos el maestro de Cívica para motivarnos y nosotros no le entendíamos muy bien.

Por eso entre otras cosas, y poniéndonos a la altura de las circunstancias, en el grupo nos rebautizamos. Matías, cuya figura osciló siempre al compás de la dedicación de su madre a darle churrasco y ensalada de hojas en lugar de pastas y pan, quedó fijado definitivamente, vista la evidencia, como el Gordo; Sebastián como el Pollo, por la nariz rara que tenía, puntiaguda, levemente agachada y que se proyectaba dramáticamente entre sus mejillas flaquísimas; Luciano como el Kéchup, por sus cabellos marrones claros más bien tirando a rojo y yo, porque ni siquiera al estirárseme la piel con el crecimiento se me aclaró lo suficiente, como el Negro.

Las nubes parecieron disiparse y me sentí mejor, más animado, y con optimismo atravesé las primeras crisis de la secundaria donde, después de haber disfrutado las mieles de la cumbre en lo más alto de la primaria uno vuelve a chupar los gabazos de la miseria en el escalón más bajo de la estructura siguiente.Y el problema surgió una tarde fatídica sorpresivamente, sin anuncio de ninguna laya, como todas las verdaderas desgracias. Salíamos al recreo atropelladamente y Roque me llamó para pedirme prestado el cuaderno de Álgebra, para completar el suyo. Y me llamó por mi nombre (inocentemente lo desenterró, el muy hijo de puta, cuando todos lo tenían aparentemente olvidado), por mi nombre y luego, tratando de aparentar más amigable en vista de que iba a pedirme un favor, por mi apodo:¡Eubulo!, ¡Negro!La maldita joda prendió en todos como una sarna purulenta y se reventaron de risa.

Eubulo Negro fue entonces mi apodo durante toda la Secundaria y, ahora que lo recuerdo, no creo que Roque lo hiciera inocentemente.De todas maneras creo que sí, que debemos reconocer que es una verdadera porquería tu nombre, Negro me dijo Elina cuando hablamos solos por primera vez en la cantina de la Facultad, nunca habíamos podido hacerlo porque siempre habían compañeros alrededor pero esa tarde las cosas se dieron, en realidad hicimos que se dieran, porque abandonamos la clase que estaba aburridísima y lejos de nuestras mentes, alejadas por otros rumbos, rumbo como éste, por ejemplo. Y así, solos los dos, frente a frente en la cantina y solos por primera vez lo dijo, y de una manera tan franca, tan espontánea, tan desprovista de todas esas boludas cargadas que tanto me habían torturado siempre, que yo comprendí que por algo la había admirado tanto y ella se había adueñado de mis pensamientos desde el principio, durante el Curso Probatorio de Ingreso.

Ella tenía, y tiene, un no sé qué, ni siquiera es linda (en el sentido acostumbrado de linda: grandes cosas por aquí, opulentas por allá) pero desde que la vi no me importó nadie más, nadie (en el sentido de preferir, lógico).No podés imaginarte lo que sufrí siempre con mi espantoso nombre le comenté un tiempo después, cuando en su casa estudiábamos para el examen parcial de Antropología Cristiana (precisamente la materia que habíamos abandonado para ir a la cantina aquella vez y que algunas otras veces abandonamos después para lo mismo porque claro, siendo leída nos permitía esos pequeños escapes que tan bien nos venían para recargar baterías).

A ella parece que le apenó un poco mi tono.Estás exagerando No creo que haya sido para tanto. El nombre, digo yo, no tiene nada que ver con la persona. A mí también me cargaban mis compañeras, ¡Elina!, me decían, ¡cúidate de la espina!Si a mi Eubulo Negro alguien le agregaba una espina me habría muerto dije entonces por decir algo y ella me miró asintiendo con la cabeza y trató de sonreír solamente, pero no pudo aguantarse y soltó una carcajada, ah, una carcajada divertida que sonó libre, desinhibida, gratificante. Yo comprendí cuántas cosas profundas pueden compartir los corazones enamorados, no se reía de mí sino que me invitaba a reír con ella y reí también.No fue sino al terminar el 3er. curso que nos acostamos juntos. Formábamos ya para entonces, en la opinión de todos los compañeros, una pareja indivisible, y así seguimos hasta ahora, por cierto. Recuerdo que esa vez, cuando ya acostados boca arriba descansábamos extasiados, en tanto en nuestras conciencias se iba afirmando la placentera realidad que vivíamos, Elina giró la cabeza hacia mí sin incorporarse y con la punta de sus dedos estiró mi barbilla para juntar nuestras bocas. Y me acarició los labios con sus labios levemente, con un beso ligero, distinto, cargado de entrega pero también de eso que los entendidos llaman sentido de pertenencia (aunque no se refieran necesariamente a lo mismo) y me dijo Negro, mi Negro.Eubulo Negro dije yo patinando temerariamente con mi skate sobre el filo de la navaja. Ella sonrió.Recuerdo aquello de la espina en tu Eubulo Negro dijo. Me hizo cosquillas en la panza durante muchos días.

Nunca me detuve a analizar con profundidad lo que quiso decirme pero siempre presentí que tenía algo que ver con cuestiones íntimas, con algo muy personal, muy cercano, algo que forma parte de esa química especial que se da en el amor entre dos personas y que nadie nunca pudo definir muy bien.Qué cosa más increíble es que las cosas sucedan así, pensé después volviéndolo a pensar, qué inesperado es comprobar que el motivo del problema sea el inicio de la solución Y creo que lo sucedido influyó para que yo madurara y cambiara mi manera de entender la realidad. Tanto cambié que estuve a punto de seguirle la corriente a Elina después, pero a última hora me contuve. Ya había madurado y estaba convencido de que ese tipo de problemas eran solamente estupideces pero, al final de cuentas, nuestro primer varón no nació el 7 de Marzo, quiere decir que no teníamos por qué llamarlo Eubulo, ¿por qué habríamos de hacerlo?, no necesitaba demostrar nada a nadie. Ni a mí.













En este tiempo



Cacho Acosta









Dejar de ser ese lobo solitario

que aúlla en la noche

la ausencia de la luna.



Dejar de ser ese caminante

por el sendero inmisericorde

de la duda.





Dejar de ser la nube mentirosa

que esperanzados contemplan

los sedientos.



Dejar de ser la brisa perezosa

que cruel aborta

la urgencia del velero.



Y ser el más señorial de los vientos

y ser la lluvia sobre el suelo yermo

y ser el ave que en los cementerios,

con su canto arrulle

el sueño de los muertos.



Y ser el sol en el cruel invierno,

y ser el puerto que ansía

el marinero.



Y sin embargo soy solo

en este tiempo:

un pobre nauta surcando

sus silencios.












Encender el amor







Norma Segades Manías







Señor jefe:

escrito a doble espacio,

con copia a personal,

según sus directivas

tan estrictas

y exactas,

atentamente quiero explicitarle

mi ausencia en su reloj

cuando sonaron las siete campanadas.

Porque el día nació,

tímidamente,

como nacen los días,

sin palabras,

con los ojos sedientos de temblores

y el horario sentándose en la cama.



Pero,

esta lluvia audaz

fue desflorando

las matas de azaleas, las acacias,

las hiedras adheridas a los muros

con sus uñas de cal, enamoradas

y me exigió que no,

que no cediera a la rutina gris y cotidiana,

que arrebatara el fuego en sus pupilas

con mis besos de urgencias y fogatas,

que arrancara a sus sueños los susurros

donde se encienden todas las palabras,

que escanciara en su copa las oblicuas

lloviznas de mi sangre derramada

desde el racimo azul,

desde el estambre de mi espiga compacta

en una nueva génesis poética

de esta greda descalza

que erige las almenas de la vida

cuando no hay asideros, ni ilusiones,

y el salario no alcanza para nada.



Por eso señor jefe,

con franqueza,

disculpe este retraso de planillas,

y el desorden de peines y corbatas.

La lluvia,

perentoria,

me detuvo

a encender el amor,

esta mañana.











Malinche





César Bisso









En la borrascosa noche de Tlaxcala

serpientes del oráculo revelan

signos que mis dioses no comprenden.



Junto al lago donde anida el dolor

relucen los pájaros de la lluvia.

Delirio de ardorosos bárbaros

vinos bermejos que auguran la muerte.



Bajo el volcán de profetas y demonios

muerdo el desabrido pan del deseo.

Menos a ti, todo hombre he castrado.



Yo, Marina de Payla,

náufraga en desérticos labios

guío tu lengua al quetzal del vientre tolteca.

Sangre que brota entre dos puñales.



No temo al retumbo de arcabuces,

a vigorosos corceles de fuego

horadando la ciudadela enmudecida.

Menos el silencio, todo he abandonado.



De ignoto saber sospecha mi destino.

Venero este relámpago del asombro

relato de otro dios sobre Tlaxcala.



Mis palabras derrumban un imperio.

Mis palabras construyen la memoria.















Mi dulce niña





Amanda Pedrozo









Cuando vi a mi dulce niña metida en ese corsé con sus teticas patéticas, con el pelo charmèe y sus piernas largas irritadas por la depilación reciente, llamé a Desideratapara que la viera bien.Mientras yo me ponía las medias negras -ligas de encaje con rosas rococó, idénticas a las del juego de té chino de mi abuela Nazarena- mi dulce niña arreglaba para abajo sus testículos difíciles (uno más bajo que el otro), bien apretados por la fajita color piel. Por encima, la tela roja marcaba un surco exquisito como un navajazo. Mi dulce niña se miró en el espejo de costado, "me gusta mi cola", susurró.

Desiderata en ese momento le acomodaba el frufrú de las mangas gitanas y la bañaba en un perfume liláceo demencial que atraía clientes apenas veían así a mi dulce niña. Y ella, pobrecita, salía a la calle creyéndose bella,dulce y perversa.

Cuando esa noche Desiderata y abuela Nazarena fueron a la comisaría a buscarnos, mi dulce niña lloraba tirada sobre mi regazo, haciéndome surcos en las medias negras con sus uñas coloradas y preguntándome porqué mamá son tan malos los hombres y si todos los hombres son iguales. Cosa que yo no le sabía contestar entonces ni ahora.











Scheerezade





Amanda Pedrozo









Era la milésima noche, la que debía cumplir sin falta para ganarse el perdón del Príncipe, que era lo mismo que conservar la vida y detener el dedo fatídico que había alcanzado a las jóvenes vírgenes más bellas de su pueblo y a su propia hermana.

Pero esa noche Scheerezade notó que se le acabaron los cuentos, lo supo con desesperación y certeza cuando vanamente buscó entre sus recuerdos uno más, el último que le faltaba (o el penúltimo, El nunca había dejado en claro eso pero nadie le preguntó jamás, responder no es algo que atañe a los dueños de la vida y la muerte).

La vieja Alima le tendió con la mano derecha el vestido blanquísimo y el velo azul. En la otra sostenía un puñal, en el mango un áspid tallado miraba con sus ojos de rubí cada vez que los dedos nerviosos de la esclava se abrían y cerraban casi sobre la hoja.

-Bien, está bien, Alima.¿No tendrá piedad de mí El, ni aún faltando sólo una noche? No, no tendrá, no tuvo compasión de mi hermana. No debo olvidar.



A través de las celosías todavía podía ver el sendero de piedras blancas que llevaba al jardín donde un pájaro cantaba su soledad en una jaula de oro todas las mañanas. Eso pensó pero esa vez el canto dulcísimo llegó a sus oídos al mismo tiempo que los primeros pétalos oscuros.

-Nadie más que yo puede entender, Alima.-(Sí, sin duda yo no puedo entender la voz del pájaro de la jaula de oro, me extasía sin remedio igual que a todos los demás, de eso soy culpable pero en cambio, entiendo tu soledad más que nadie. Tu canto, mi ama, es más silencioso pero lo siento aún si estoy dormida y mi felicidad es mi dolor)

-Y tienes razón, Alima, es mejor elegir la vida, al menos así puedo salvar a mi pueblo y vengar a mi hermana. O pierdo todo, la vida, la virtud, la razón, quién sabe.

-(Tus hombros de luna, mi ama, podrán vencer su voluntad esta noche, no importa si aún tienes un cuento para El o si has olvidado el último.

No hay labios que pudieran verter veneno en tu vientre, seguramente al tocarte de su boca fluirá la miel cuya fuente sólo guardan en el corazón los hombres del desierto. Y así será como arderán en tus piernas las cerrazones de su angustia, para que puedas vengarte si aún puedes, si no olvidas la cabeza de tu hermana, la misma que sostuviste en tu regazo y que él desgajó como una fruta, aún recuerdas el ruido pastoso en el suelo)

-Mi pobre Alima, ¿pretendes morir conmigo, acaso? ¿o este puñal es para vengarme, tal vez? Oye el silencio, es lo que Él oirá esta noche, y mi cabeza rodará entonces.

Un cuento, uno más pero ya ves, hasta el pájaro calla y llega mi hora.

La vieja Alima la miró con reverencia y pavor antes de salir del aposento, las antorchas soltaban la noche hacia el valle y convertían el palacio blanco en una sortija que se veía desde todos los caminos que llegaban a la ciudad.Cuando Él apartó la cortina final Scheerezade desceñía de su rostro el velo de seda azul. Con deliberación soltó el raudal de sus cabellos. Lo hizo con la lentitud de una serpiente que termina el hechizo de un golpe filoso. El Príncipe, presa hasta entonces del otro encantamiento, asistía ahora al único que no había previsto. Las demás habían muerto por eso, pensó en ráfagas de lucidez, al verla al fin sin el velo y era como si la luna se desnudase ante sus ojos.

-Mi Señor, si supieras tan bien como yo que has de echar a rodar mi cabeza en el suelo esta noche ¿me amarías el segundo antes?

-Una noche más, Scheerezade. Sólo tu voz puede conjurar mis fantasmas. Y sólo tu voz puede salvarte.Y quiso agregar: te suplico (pero los dueños de la vida y la muerte no pronuncian esta frase).El velo azul tembló en las manos del Príncipe, cúbrete, suspiró, y es el último cuento, para salvarte mi Princesa, dijo, aunque quiso decir también: sálvame. Pero Scheerezade dejó caer como agua mansa el vestido (y yo sabía, supe en el momento en que el pájaro entonó su último canto en la jaula de oro, que debía recoger en mi regazo tu cabeza, mi ama, tu hermosa y ligera cabeza cuántas veces reposada en mi seno cuando volvías del jardín seguida por tu hermana y las hijas del Rey, pálida y sudorosa de tanto jugar y reírte, siempre fuiste la más dulce y dichosa de todas las niñas del Palacio)

-Una sola noche más, Scheerezade, y mis fantasmas serán ahuyentados para siempre, podré entonces amarte. Pero antes de que salga el sol no has de terminar tu relato. Sólo tu voz puede rescatarme y salvarte.

-Mi Señor, deja que mi cuerpo te contenga, ahora el pájaro de la jaula de oro ha sellado las puertas de la memoria con su canto nocturno, pero mi piel recibe como rocío ardiente la avidez de tus ojos.Scheerezade dejó caer como una espuma o una flor su vestido, esperando el abrazo o el filo.Y el dueño de la vida y la muerte hizo un gesto mínimo a la esclava, que esperaba empavorecida tras el tapiz repujado de piedras preciosas.Tembló un instante el ojo de rubí en las manos de Alima. A ella no, mi Señor, toma mi vida por la de ella, dijo.



En el segundo siguiente el puñal cortó el aire y la esclava recogía en sus brazos la hermosa y ligera cabeza de su ama.(O ese fue mi pensamiento último, antes de oír la voz melodiosa del pájaro de la jaula de oro y el ruido pastoso de mi propia cabeza en el suelo).





















Puente sobre el Paraná



Darío Schvetz









Todos los días, Hugo frena y detiene su automóvil en la esquina de la farmacia. Subo y me acomodo junto a él, en el asiento adelante. "Todo bien", pregunta. "Todo bien", respondo.Salvo por enfermedades o feriados, hace tres años hacemos el mismo viaje. Compartimos códigos similares. Si tiene algún problema, me avisa la noche anterior, para que yo me levante media hora antes y tome el autobús. Diez minutos es el tiempo que demoramos para cruzar el puente si está despejado. Si nos ubicamos atrás de algún camión de esos que van a cuarenta y no podemos pasar; todo se complica. Trabajamos en la misma agencia y nos pusimos de acuerdo para compartir los gastos de combustible y peaje. Luego de tanto tiempo, uno conoce bastante a su compañero de ruta. Y como en el matrimonio, se acostumbra a un determinado aliento, que malo o agradable, termina siendo familiar. Reconoce enseguida el mal humor de su acompañante, su ansiedad o su excitación. Hugo se pone insoportable cuando anda con poco dinero. En la agencia no tenemos contacto. Trabajamos en oficinas que están en pisos diferentes. Pero entre la ida y la vuelta compartimos casi una hora. El tiempo ideal del psicólogo y su paciente; y como dos cómplices hacemos nuestra terapia gratuita.Recuerdo el primer mes de nuestro convenio viajero. Cada uno fingiendo sus éxitos y su felicidad. Ahora ya las caretas se han evaporado y nuestros rostros de rutina y hastío han quedado a la intemperie. Nuestro placer, putear juntos por cualquier cosa. "Mirá acá abajo", me dijo ayer, mientras cruzábamos el puente con una mañana invernal. Toqué lo que me señalaba. Era algo frío y duro. Lo saqué de su lugar y me encontré sosteniendo un revólver. "La gorda que me tiró las cartas dijo que voy a matar a alguien, un día de estos", comentó con su voz aflautada. Continuamos nuestro camino y yo me concentré en las noticias de la radio. No hablamos más hasta detenernos en el puesto de peaje. Avanzó unos pocos metros y detuvo el automóvil a un costado de la ruta. Tomó el revólver y se dirigió a la cabina recaudadora. Miré por el espejo retrovisor, lo vi discutir y gesticular exasperadamente. Levantó el revólver y apuntó. Pensé en ese momento que la gorda que le tiró las cartas había acertado. Subí el volumen de la radio para no escuchar el ruido del disparo. Cuando regresó se sentó nuevamente al volante y me gritó "Hubieras visto la cara del pendejo cuando le puse el caño en la cabeza, como temblaba el muy cagón. El hijo de puta no quería reconocer que me dio mal el vuelto, te juro que la próxima lo mato ¡Seguro, lo mato!La radio anunció que los sueldos se seguirían pagando recién la semana que viene. Anoté en mi agenda "avisar a mi esposa lo que dijo la radio".

















Erosciudades:

o grande motel das estrelas



(Eros~ciudades: o el gran motel de las estrellas)






Dr Cláudio Celso Alano da Cruz

Universidade Federale de Santa Catarina, Brasil.







1.



En su obra monumental"La ciudad en la historia"; Munford establece esta hipótesis:El lenguaje y la ciudad tal vez hayan nacido juntas, y juntas hayan constituido el punto de partida de la cultura humana en el pleno sentido de la palabra. Algunos años después de aquella publicación, Roland Barthes, en un ensayo muy conocido por los estudiosos de semiótica parece enriquecer esa idea al percibir a la propia ciudad como constituyendo un lenguaje en sí misma. Por fin, cuando Ítalo Calvino lanza "Ciudades invisibles" podemos cerrar el círculo.

En un pasaje de esa narración, Marco Polo le dice al todopoderoso Kublai Khan: "Usted sabe mejor que nadie, sabio Kublai, que jamás se debe confundir una ciudad con el discurso que la describe. Aunque exista una fuerte relación entre ellos."Se trata de uno de los tantos pasajes que podrían ser citados aquí para servir de ejemplo de lo que se quiere evidenciar: la posibilidad de una relación efectiva entre el discurso literario y lo que podríamos llamar el discurso urbano, un discurso de ciudad, una voz (o voces) de la ciudad. Carne y piedra: el cuerpo de la ciudad en la civilización occidental, de Richard Sennett, publicado en 1994 es un bello ejemplo de esto. Remitiéndonos al clásico Las piedras de Venecia, de Ruskin, el ensayista hace hablar no sólo a las piedras venecianas sino a las "piedras" de algunas de las ciudades más importantes de la civilización occidental, comenzando por la Atenas de Pericles y llegando hasta la Nueva York de nuestros días. Repasa, así, aunque desde una perspectiva muy particular, el camino recorrido por Munford cincuenta años antes.

En el presente ensayo se trata de pensar uno de aquellos discursos posibles encontrados en las ciudades, en este caso el discurso erótico, o erotizado, o erotizante que atraviesa de punta a punta la experiencia urbana contemporánea, así como sus representaciones. El tema es tan fascinante como complejo, además de marcadamente contradictorio lo que, en principio, no debe ser visto como algo negativo.Aquí pretendemos solamente establecer un punto de partida para un abordaje en torno a lo que podríamos llamar los "amores urbanos", vistos como experiencias eróticas y amorosas constituyéndose en íntima dependencia del ámbito urbano de las grandes ciudades. Para ello tomo como referencia fundamental el mayor conglomerado urbano brasileño, São Paulo, a partir de un autor cuya obra se legitima como paradigma de su representación, en especial en lo que se refiere a los jóvenes de clase media de las décadas de 80 y 90 del siglo XX: Caio Fernando Abreu.La elección recae en la colección de cuentos titulada Los dragones no conocen el paraíso, de la que busco extraer algunas "escenas" representativas de una ars amatoria metropolitana contemporánea.

2.

Antes me gustaría remitirme al inicio del siglo XX, para establecer un punto de fuga, un fundamento organizador de esa reflexión en un ensayo visionario y bastante conocido del sociólogo alemán Georg Simmel publicado justamente en 1901 en el inicio del siglo con el título de "La metrópolis y la vida mental".

Simmel, además se ocupó mucho desde el principio, en otros textos, del erotismo y sus vinculaciones con la vida metropolitana.A partir de su experiencia con la tumultuosa Berlín de la vuelta de siglo, Simmel describe por primera vez un conjunto de características que irían a configurar la conducta típica de lo que él llamó el "hombre metropolitano." No es casual que, cien años después de su publicación, aquel ensayo se revele tan actual y haya entrado en la categoría de clásico absoluto en el área de los estudios llamados "urban studies". Al desarrollarse, el siglo XX, con el crecimiento cada vez más acelerado de las grandes concentraciones urbanas en el planeta, sólo vino a confirmar el acierto con que Simmel describió un modus vivendi que si en su época podía reducirse a algunas regiones del globo, hoy prácticamente constituye el modo de vida contemporáneo por excelencia. Aquella aldea global profetizada por Mac Luhan efectivamente está tomando cuerpo al igual que el sentido que él imaginó. Lo cierto es que el mundo tiende a ser visto cada vez más como una inmensa malla que, en sus límites, podría constituir una sola gran ciudad.

Como algunos especialistas ya alertaron, la vida rural en Occidente corre el riesgo de desaparecer, quedando todos, en diversos grados, sometidos al imperio de la ciudad.Entre aquellas características descriptas por Simmel me interesaría destacar una especialmente: se trata de lo que él llamó "actitud de reserva" del habitante de la gran ciudad, que, para protegerse de los choques sucesivos del día a día metropolitano desarrolla una vida subjetiva que le permite defenderse de una estructura social objetiva e impersonal, totalmente dominada por el dinero y que lo amenaza constantemente como individuo. Esa idea será desarrollada por otros pensadores como Freud y de un modo muy vigoroso, por Walter Benjamín.

En su ensayo "Sobre algunos temas en Baudelaire", el filósofo alemán, en la línea de Simmel y Freud desarrolla uno de sus principales conceptos, el de choque, de activa utilización hoy cuando se quiere pensar en la vida contemporánea, en especial la que transcurre en las megápolis de nuestro tiempo.

3.

La obra de Caio Fernando Abreu, bajo este punto de vista, es más representativa e instigante, en el ámbito de la literatura brasileña, en lo que se refiere a la expresión literaria de sujetos urbanos contemporáneos. Individuos divididos entre una actitud de reserva apuntada por Simmel, y la consecuente elaboración de una vida altamente subjetiva con todas las pérdidas consecuentes, y una actitud que busca constantemente romper esa reserva transgrediendo determinadas normas sociales. Normas que, explícita o implícitamente, son impuestas a los habitantes de las grandes ciudades y que les acarrean, cuando son transgredidas, un precio a veces bastante alto.

De ahí, en parte, la originalidad de su narrativa y la imposibilidad de encuadrarlo, ya sea entre los autores "intimistas" o entre los llamados "realistas" o con "preocupaciones sociales". La obra de Caio Fernando Abreu no es ni una cosa ni otra, o mejor, participa muy bien de las dos dimensiones, además de otras, fundiéndose en una síntesis responsable de su peculiarísima dicción, ya varias veces destacada por la crítica.Bastante interesante, también, desde el punto de vista de la obra de Caio F. Abreu, es la característica apuntada por Simmel como la diferencia entre la vida en las ciudades pequeñas frente al modus vivendi propio del sujeto metropolitano, con una gran libertad adquirida por éste en lo que respecta al control social. Control que, como sabemos, es grande en los pequeños núcleos urbanos y que tiende a desaparecer cuando más crece la ciudad.

Por lo tanto esa libertad de la que se goza en la metrópolis, aisladamente, sólo puede ser vista como algo positivo para el sujeto pero acaba siendo, en cierta medida, negativa por ciertos factores que ya Baudelaire apuntaba en sus textos sobre París. Me refiero a lo que se conoce como la soledad en la multitud, que el poeta francés describió de una vez para siempre en un poema en prosa justamente titulado "Las multitudes".

Lo que para muchos lectores del siglo XX tal vez pueda sonar como una idea paradojal (cuanto más personas conviven, mayor es la soledad) ha tomado consenso entre todos aquellos que a lo largo del siglo XX vivieron esa verdad encerrada en la vida cotidiana de las grandes concentraciones urbanas del planeta: cuanto mayor es su tamaño, cuando más populosa es, mayor es la soledad, mayor el aislamiento afectivo, la desorientación, la fragmentación de sus habitantes; mayor, en fin, la pérdida de identidades.La reserva típica del ser metropolitano según lo señalado por Simmel, puede ser vista también como configurando su contraparte, el precio a pagar por la libertad antes referida. Es como si aquella vivencia provinciana, típica de las pequeñas comunidades, continuase presente, ya no en el control que se vuelve imposible en las grandes ciudades por sus mismas dimensiones sino por una especie de "castigo fatal". Como si fuese imposible diluir la pequeña ciudad en la gran ciudad, como si aquella permaneciese como un coágulo en la memoria tal como aquel "maldito Paso de Guanxuma que no consigo olvidar, por más historias que invente", conforme confesaba el narrador del cuento titulado "Una playita de arenas claras, allí, en el la orilla del arroyo".

4.

Adentrándonos en la obra escogida, me gustaría remitir al lector al título de este ensayo: "Erosciudades: el gran motel de las estrellas". Tal vez no haya en la moderna narrativa brasileña una obra que represente mejor, que sintetice mejor, que le de forma más clara ejemplificando las intenciones de una investigación de este tenor de la que consiguió el escritor Caio Fernando Abreu, y de forma especial en la colección Los dragones no conocen el paraíso. Allí la metrópolis es vista como poblada de seres anónimos y solitarios, seres que buscan obsesivamente el amor y/o el sexo. Erosciudades de todos, en todo momento, en todos los lugares. Como en la antológica escena de "Padre padrone", película de los hermanos Taviani en el que el mundo rural entero parece entrar en celo, aquel libro encierra, en cierta medida, y como ya ocurriera en Morangos mofados , colección de cuentos de 1982, una especie de mundo metropolitano en pleno celo.Mas en el caso de Caio Fernando Abreu no solamente "porque hoy es sábado", para recordar de paso aquí el célebre poema de Vinicius de Moraes, sino también porque además de sábado y de madrugada y estando todos más o menos borrachos y/o tirados y drogados, y perdidos, y sin nada, y, principalmente porque la ciudad es moderna: vale decir, fragmentada, laberíntica, dilacerada, delirante, y cuantos adjetivos mas -y podrían ser tantos- quisiésemos agregar; pero siempre se tratará de esa ciudad moderna, seductora.

Como se puede leer en un fragmento de la colección de cuentos, se trata siempre de:

Amor picadito, claro, amor borracho, amor de fin de la noche, amor de esquina, amor con dinero, amor con pasión, chato y fastidioso en los pendejos y enfermedad en las madrugadas de sábado de esta ciudad que usted no conoce ni va a conocer. De cualquier manera, amor, Dudu, aunque no mate la sed de la gente; amor a los montes, por todos los cantos, baños y esquinas.

Hay palabras que recorren, que pueblan ese y otros textos de Caio Fernando Abreu y que ayudan a configurar tal imagen, esa idea de pensar a la ciudad como un gran motel a cielo abierto, esa ciudad erotizada y erotizante.

Noche, sábado, madrugada, viernes, vino, vodka, domingo, cerveza, cocaína, marihuana, condones, bares, esquinas, palabras y significados de larga tradición y presencia en la vida bohemia de Occidente y que, por sí solo, definen un campo semántico que magnetiza a toda una familia de escritores y a su vez fascina a un determinado perfil de lectores. Sin embargo, trazar un perfil de lector tal vez sea una de las tareas más difíciles.

Como sabemos, podría arriesgarse a decir que tal lector, aparte de un grupo social característico, puede ser igualmente seducido -y el término aquí es muy adecuado- por aquel discurso erótico de la ciudad y sus representaciones que referimos al comienzo.Y la ciudad como lugar de todas las lujurias, de todos los pecados, es la ciudad del Mal, es la ciudad en su vocación primitiva, conforme a uno de los más antiguos conceptos de la urbs, o sea, como siendo creada por Caín. En este sentido, a pesar que desfilan por el libro de Caio Fernando Abreu los más variados tipos, desde la "dama de la noche", del cuento homónimo hasta el "hombre de casi cuarenta años y el joven de casi veinte", del relato de corte borgiano titulado "El muchacho más triste del mundo", pasando por la "Pantera Rubia Dispuesta A Todo Por Un Status Más Alto" y el "Patriarca Medio Sórdido Fugado De Las Páginas De Satyricon", del cuento "Nostalgias de Audrey Hepburn", todos tienen la marca de Caín, de alguna manera transgreden lo que se espera de de la ciudad solar, diurna, cotidiana, trabajadora, aquella ciudad que se instala cuando las estrellas ya se van, cuando la ciudad pasa de motel a hotel; que continúa siendo de todos, y por eso, de nadie. Pero hay un mínimo de decoro que debe cumplirse hasta que las estrellas vuelvan y entonces, todo recomience: São Paulo, Babilonia.

5.

Como los vagabundos de Beckett, los personajes de Caio Fernando Abreu saben, o intuyen, o desconfían que Godot no vendrá. Mas, al contrario de la pieza teatral, cuando llega la noche ellos también llegarán buscando lo que les falta, luchando por sus "necesidades básicas", erosciudades, erotizados, excitados, listos para frecuentar ese ilimitado motel de las estrellas: la gran ciudad.

Traducción libre de Alejandro Bovino Maciel

Poema

Marta Cwielong

mi jardín

no es real

demasiados colibríes lo visitan

y les creo

no necesito imaginar

que todo ese verde

pleno de ánimas

es mío

en la mano un vaso de vino

tiembla

como las piernas

cuando el deseo

apagó las luces

cierro puertas

voy a la noche

dejo que el sauce retorcido

me abrace

como

la música que escucho

Continúa en Palabras Escritas 1, tercera parte.

Para envío de colaboraciones:

talomac@gmail.com

Editorial:

www.servilibro.com.py

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