martes, 22 de enero de 2008

PALABRAS ESCRITAS Nº 3 primera parte

Dibujo: Miguel Pencieri, de la serie "El Méjico de Juan Rulfo" (Para el Nº 5 de la revista)



REVISTA


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PALABRAS ESCRITAS Nº 3


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primera parte
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PALABRAS ESCRITAS:
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un diálogo entre Brasil
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e Hispanoamérica
dirección editorial: Vidalia Sánchez, Servilibro, Paraguay.
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dirección: alejandro maciel, amanda pedrozo, luis hernáez
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PREFACIO PALABRAS ESCRITAS Nº 3
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EL ARTE MÁS ALLÁ DE LA MUERTE
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alejandro maciel
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Las recientes declaraciones de Marcola (Marcos Camacho, jefe del PCC: Primer Comando Capital carcelario de Sao Paulo) tienen el poder de sacudir los “pilares de la sociedad”. Ni el genio de Ibsen hubiese imaginado semejante escenario de convivencia en el amanecer del Tercer milenio. En sus declaraciones al diario “O' Globo” Marcola nos desnuda la nueva especie o tercera cosa cultivada en los márgenes de las megápolis entre el lodazal, la sangre, la droga y el crimen organizado en los kioscos de villas y favelas.

Marcola habla de una nueva especie (humana) porque intuye que son irredimibles, que abrieron los ojos en ese oscuro limbo y de los al menos cien mil años de hominización progresiva sólo les llegaron los últimos avances de la tecnología que la nueva especie aplica sistemáticamente en su defensa y estrategias de sobrevivencia tratando de ampararse si es necesario en lo peor de la civilización que les legamos: las cárceles.

El mensaje de la nueva especie ya aparece en las novelas de Vallejos (“El desbarrancadero”) pero ingenuamente muchos de nosotros tomamos cándidamente como tropos las tropas de la nueva especie que asesinan, mueren, aplastan, se suicidan y viven entre los códigos del hampa como nosotros tratamos de vivir entre los artículos del código civil.

Para quienes no han leído las declaraciones del líder de los presidiarios del PCC áComando Capitalñ destacamos este párrafo aclarando que Marcola, mientras desmenuza el andamio social que para él es plataforma de demolición, lee la Divina Commedia donde otro infierno, más cargado de una teología que nuestro siglo halla vacía, se refleja en el espejo de este tiempo que no está vacío de trampas y pecados.

“—¿Usted no tiene miedo de morir en medio de esta batalla?
—Ustedes son los que tienen miedo de morir, yo no. Mejor dicho, aquí en la cárcel ustedes no pueden entrar y matarme, pero yo puedo mandar matarlos a ustedes allí afuera. Somos hombres-bombas. En las villas miseria hay cien mil hombres-bombas. Estamos en el centro de lo insoluble mismo. Ustedes en el bien y el mal y, en medio, la frontera de la muerte, la única frontera.

Ya somos una nueva especie, ya somos otros bichos, diferentes a ustedes. La muerte para ustedes es un drama cristiano en una cama, por un ataque al corazón. La muerte para nosotros es la comida diaria, tirados en una fosa común.
¿Ustedes, intelectuales, no hablan de lucha de clases, de ser marginal, ser héroe? Entonces ¡llegamos nosotros!¡Ja, ja, ja!
"Yo leo mucho; leí 3000 libros y leo al Dante, pero mis soldados son extrañas anomalías del desarrollo torcido de este país. No hay más proletarios o infelices o explotados. Hay una tercera cosa creciendo allí afuera, cultivada en el barro, educándose en el más absoluto analfabetismo, diplomándose en las cárceles, como un monstruo Alien escondido en los rincones de la ciudad.
Ya surgió un nuevo lenguaje. ¿Ustedes no escuchan las grabaciones hechas 'con autorización' de la justicia? Es eso. Es otra lengua. Está delante de una especie de post miseria. Eso. La post miseria genera una nueva cultura asesina, ayudada por la tecnología, satélites, celulares,Internet, armas modernas. Es la mierda con chips, con megabytes. Mis comandados son una mutación de la especie social. Son hongos de un granerror sucio".

Post miseria, nueva especie, tercera cosa entre el bien y el mal: hay tantos nombres como realidades sociales ocultas detrás de este nuevo desorden de una sociedad que busca salidas y encuentra caos. ¿Cuál es la posición del intelectual en este organigrama? ¿Volvemos las espaldas a la realidad y nos encaramamos en algún “loft” de la torre de marfil? ¿Participamos por medio de nuestro oficio de escrituras? Pero, ¿qué poder tienen nuestros civilizados argumentos frente a la contundencia real de las declaraciones de Marcola? ¿No estamos ante una nueva encrucijada como la que atravesó la vieja Europa frente a las hordas bárbaras del Vº siglo?

El nuevo León de la vieja Iglesia ya no tiene poder espiritual ante los nuevos atilas. Todo ha sido pacientemente socavado por la historia y los moldes vacíos de nuestra época se han quedado sin Ley, sin Pentateuco, sin cimientos en la ética ciudadana.
¿Acaso Marcola no reprocha lo mismo que usted o yo recriminaríamos a los líderes políticos y dirigentes de hoy?
Marcola lo dice claramente: “la muerte para ustedes es un drama cristiano en una cama, para nosotros, el diario alimento”. Si la vida y la muerte han dejado de tener dirección y sentido, lo mismo dará ir del nacimiento a la tumba que ir de la muerte a la muerte.

Aunque arrecie lo peor del temporal, aunque todas las fuerzas del universo conspiraran contra la frágil criatura humana, nosotros creamos este caos y nosotros tenemos el deber de corregirlo. Las favelas, villas miserias y cinturones de pobreza no fueron creados por las rotaciones planetarias, los dioses ni la despiadada madre naturaleza. Fue la naturaleza humana la que no quiso, no supo o no pudo contener la frontera entre el bien y el mal. La unión de fuerzas económicas, políticas y sociales (todos de franca hechura humana) llevó a esta degradación y estas mismas fuerzas, reorganizadas tendrán que hacerse cargo del débito social.

Desde nuestra pequeña casa de Palabras Escritas seguimos invitando al diálogo entre Brasil e Hispanoamérica. Seguimos compartiendo los mismos dramas, las mismas miserias, los mismos efectos de la pravedad sobre el orden. Podríamos compartir también el universo creador del pensamiento para buscar entre todos alguna salida al laberinto de esta sociedad encarcelada por la violencia.
Hace miles de años una criatura hecha de imaginación (el arquitecto Dédalo) nos enseñó que si no se puede salir por la derecha, por la izquierda, por atrás o por adelante nos queda el cielo para buscar de nuevo el horizonte perdido. Palabras Escritas cree en ese cielo aunque esté vacío de dioses. Igual, no faltará la luz para salir.

Alejandro Maciel.
[1]







TOUBKAL
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Pedro Martínez Corada
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Un paso adelante, y otro más. Casi acabo de salir de la arista cubierta de hielo. Tanteo con el regatón del piolet buscando un sitio seguro en donde clavar el crampón derecho. Sopla el viento en la cumbre del Toubkal, desde donde Luis me larga cuerda con lentitud. Dentro de poco serán las tres de la tarde y debemos descender deprisa, el hielo será impracticable en dos o tres horas. Pie derecho, pie izquierdo, ya casi estoy fuera de la placa helada…

—¿Te ayudo? —es el fisioterapeuta, de rodillas en la colchoneta, cerca de mí.
—No, no… —agarro la barra que hay sobre mis hombros y me levanto a pulso.
Una flexión, otra, adelante; tengo que terminar el ejercicio.

Ayer volví a soñar que soy un pájaro: Anochece sobre la llanura de Marrakech y vuelo sobre un coche blanco que corre hacia Asni. Las cumbres del Atlas resplandecen con la luz de la luna. Desciendo planeando y me acerco al coche. Me veo a través de una ventanilla abierta y escucho risas y música dentro del vehículo: «Tú serás princesa de mi cuento, compañera de mi vida real...».
Me oigo decir: «Es nuestra canción, Teresa, la nuestra, ¿te acuerdas?». Luis conduce y Teresa me come con la vista, entonces ella se sobresalta y grita señalando hacia la ventanilla: «¡Mira qué pájaro…!».
—Yo creo que está despierto —dice mi madre desde la puerta entornada de mi habitación—. Pasa, Teresa, pasa…
Siento como si Teresa sobrevolara sobre mí, cuando me besa en la frente.
—Estás sudando… —Teresa no puede reprimir el gesto de limpiarse los labios.
—No me extraña porque hasta en sueños hace gimnasia… —dice sonriendo mi madre, mientras tapa mis piernas desnudas con una sábana.
Teresa se sienta al lado de la cama y me toma la mano derecha. Está cada día más guapa. Le sonrío, aprieto su mano y la tarde se ilumina tras las persianas a medio bajar.
—Luis me ha dicho que te dé recuerdos —murmura Teresa—. Siente no haber podido venir a verte, pero es que tiene mucho trabajo.
Quisiera encoger las piernas, pero no puedo.

A pesar de que el refugio Louis Neltner está silencioso no puedo dormir. Detrás de la casa con paredes de lajas de granito gris, se despereza el vértigo de la ladera helada por la que ascenderemos al Toubkal. El frío amordaza las oscuras cumbres. En breve, amanecerá.
Veo a Teresa cómo nos despide con la mano, media hora después de iniciar la ascensión, y a Mohamed —el guarda del refugio— ayudando a los polacos que se han retrasado en comenzar la ascensión. El cielo está ceniciento, pero no parece que vaya a haber ventisca. Nos turnamos haciendo huella en el hielo y envidio la facilidad de Luis para caminar con crampones. Entonces decido que no volveré a escalar con él. Cuando volvamos al refugio tendrá que explicarme qué pasó con Teresa, en Imlil. Debería abandonar, no seguir con él la escalada, mas no aguantaría que Teresa pensara que me he asustado.
Horas después el viento aúlla sobre la cima del Toubkal. Le digo a Luis que yo empezaré el destrepe y él se encoge de hombros. Tomo un extremo de la cuerda, la engancho con un mosquetón al boudrier y comienzo la travesía de la arista helada. Aunque hubiera sabido que no conseguiría superar la salida de la panza de hielo plomizo, lo habría intentado. Cuando pierdo el apoyo y caigo hacia el lejano valle, me pongo boca abajo e intento clavar la piocha pero rebota contra el hielo. La cuerda no me sujeta, está muerta; ¿qué hace Luis arriba? ¿Por qué no me asegura? Siento un golpe en la cara, el piolet se escapa de mis manos y caigo en una rimaya. Oigo gritos en polaco.

Un paso y otro más. Hoy pude flexionar las piernas, pero nadie lo sabe. El médico cree que después de la fractura que sufrí nunca volveré a andar, pero se sorprendería de lo que el pájaro de alas negras con el que sueño, o que me sueña por las noches, puede conseguir. Da igual que Luis soltara la cuerda por miedo a caer detrás de mí o por librarse de mí. Teresa es mía y siempre lo será.
Acaricio el cuerpo del piolet que me devolvieron los polacos. Oigo a mi madre trajinar con cacerolas en la cocina. Siento cómo la sangre fluye por las venas de las piernas y pongo los pies en el suelo de madera tibia. Apoyo el piolet, sujeto la cruceta con ambas manos y me yergo. Caigo sentado en la cama. Me duele la espalda, pero pronto lo lograré: tengo un asunto pendiente que arreglar. ¿Quién sospecharía de un inválido? Las alas negras de mis visiones vuelan cada vez más deprisa.

Ruge el viento en las canales del Toubkal. El sol escapa por el horizonte y se apaga el fuego de los sequeros del Sahara. Sólo estamos Luis y yo en la cumbre de la vida y de la muerte. Oigo un aleteo y Luis me mira aterrado mientras me acerco a él. Ahora sé que nunca volveré a soñar con mi pájaro de la noche.

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MATEO DEL PINO, Ángeles y RODRÍGUEZ HERRERA, Gregorio (Eds.), 2004. Metáforas de Perversidad. Percepción y representación de lo femenino en el ámbito literario y artístico. Las Palmas de Gran Canaria: Fundación Mapfre Guanarteme.
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Arturo DelgadoCabrera
Universidad de Las Palmas de Gran Canaria
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Se recoge en este volumen un conjunto de doce trabajos (cuya temática específica aparece suficientemente explicitada en el subtítulo), precedido de un prólogo de los editores y de un poema del escritor cubano Manuel Díaz Martínez, “Una amiga de ojos tristes”. La amiga de referencia no es otra que una esfinge “cuyos ojos/ despiertan no sé qué cantidad/ de olvidos”.
Esta edición surge motivada por las reflexiones que llevaron a cabo un grupo de investigadores de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria en un seminario - “Mujeres ex-céntricas. Lo femenino como provocación en la literatura y las artes”- auspiciado e impartido en la Fundación Mapfre Guanarteme. Los trabajos abordan estudios que analizan la figura de la mujer en diversos contextos sociales e históricos, o la ponen en relación -como objeto o como sujeto- con la creación artística (la literatura mayoritariamente, pero también las artes plásticas).
La intención principal de la recopilación es la de presentar un tipo de mujer poco convencional, en general marginada o criticada en razón de su excepcionalidad, en ámbitos androcéntricos que prefieren la invisibilidad, cuando no abiertamente la sumisión, del “elemento femenino”. Así, se consigue con el conjunto de estos artículos elaborar “una trayectoria llena de personajes raros, curiosos, malditos, marginales y marginados”, tal como explican los editores en el prólogo (“Percepción y representación de lo femenino: ¿una historia de perversidad?”), mujeres pioneras que osaron escribir cuando les era negado incluso el aprendizaje de la lectura, que soportaron mal el sometimiento doméstico o que reivindicaron su derecho a una sexualidad libre y, en consecuencia, transgresora. En resumen, “mujeres incómodas y que incomodan”, como resumen los editores mencionados.

Mª. D. García de Paso Carrasco analiza en su trabajo “Mujer y pietas. La transgresión femenina en Roma”, primeramente, la gran importancia que se concedía en la sociedad romana a ese sentimiento virtuoso llamado “pietas” y que, en palabras de Cicerón, era “el que nos exhorta a observar nuestros deberes con respecto a la patria, los padres y los parientes”, resultaba indispensable para una positiva consideración ética de cualquier ciudadano. En una sociedad fuertemente patriarcal, como era sin duda la romana, la condena por impiedad era aún más rigurosa cuando se aplicaba a las mujeres. Existen casos de “mujeres impías” tanto en el mito como en la historia, y la autora de este análisis ofrece, a continuación, una buena cantidad de ejemplos clasificados convenientemente (impiedad contra la patria, contra la familia, con falta de “pudicitia”, incesto por pasión amorosa o por afán de poder, violencia por causas diversas).
El trabajo de G. Rodríguez Herrera se refiere igualmente a la mujer en el mundo romano antiguo (“Penelope venit, abit Helene. Mujer y transgresión en la elegía y el epigrama latinos”). Tras mencionar las virtudes que, según el autor, forman la piedra angular de la ortodoxia femenina en Roma (i.e. “mos maiorum”, “pietas” y “pudicitia”), presenta ejemplos de la literatura en los que se ensalza a ciertas mujeres por ser modélicas (Propercio) o se critican actitudes poco recomendables en otras, por faltar precisamente a esas virtudes. Corresponden los textos mayoritariamente a la época de los Flavios, con precedentes en poetas de finales de la Repúbica como Catulo. Los temas más frecuentes son el adulterio, el aborto (que “entre las esclavas y las libertas no estaba mal visto si era decidido por el dueño”), la excesiva afición al vino, la prostitución, la alcahuetería o el incesto. El lesbianismo, en cambio, apenas aparece. Marcial es considerado el más mordaz de estos poetas hacia la condición femenina, por la rudeza de algunos de sus epigramas.

La “invisibilidad” de la mujer parece ser, a través de la Historia, aún más notoria en el mundo árabe, tal como explica A. R. Vidal Luengo en su estudio “Mujeres excéntricas en la literatura árabe oral: sultanas, hechiceras, liberadas”. Se trata de excéntricas por tratarse de mujeres que no pueden ocupar el centro, es decir, que se hallan en una situación marginal. Pero “tal excentricidad puede matizarse mucho si tenemos en cuenta que es posible trazar una historia de las mujeres árabes que han sido protagonistas de la política o de la cultura más veces de lo que pensamos”. En la literatura escrita, el prototipo más frecuente es el de la mujer “liberada”. Pero es en la literatura oral donde lo marginal y extravagante tiene mejor cabida: analiza la autora como ejemplos la supuesta vida de una guerrera durante la contienda árabe-bizantina (Biografía de la princesa Dal al-Himma), la biografía de Shayarat ad-Durr, sultana de Egipto y Siria a medidos del siglo XIII, o el caso de la hechiceras. Pero, como concluye la autora, Las narraciones en cuestión distan mucho de ser realmente subversivas, pues “no pretenden revolucionar los valores sociales”.

Los prejuicios contra las mujeres fueron especialmente influyentes a lo largo de toda la Edad Media, y no disminuyeron en etapas históricas posteriores. En su estudio “Malditas seáis entre todas las mujeres. Estigmas de lo femenino en la cultura medieval y renacentista”, F. Alonso Almeida plantea que no se trata sólo -tal como pretende buena parte de la crítica actual- de una cuestión de género, sino que hay que tomar también en consideración ciertos factores sociales, políticos, religiosos o económicos que contribuyen a lograr una explicación cabal de esas circunstancias. En ellos centra el autor su análisis, referido a cuatro tipos de mujeres estigmatizadas: la bruja, la puta, la matrona y la curandera.
En “Mujer y educación en la Inglaterra del siglo XVIII”, Mª. E. Rodríguez Gil describe el tipo de enseñanza que recibía la población femenina en la época, esencialmente dirigida al matrimonio con el objetivo de lograr buenas esposas y madres, y consistía en “la adquisición y desarrollo de (…) unas habilidades o conocimientos superficiales, en varias materias como el arte del bordado, la costura, el dibujo, la música, el baile o la confección y arreglo de prendas de vestir”. Se insistía en los buenos modales y en la formación moral y religiosa de las niñas. La excepción la constituye un grupo de mujeres que se dedicaron a la enseñanza (una de las escasas profesiones que les estaban permitidas) y, en menor medida, a la elaboración de gramáticas destinadas al aprendizaje, como Ann Fisher, pedagoga innovadora y verdadera empresaria, que llevó una vida contraria a los cánones de su tiempo.

“Ángel frente a demonio. Los personajes femeninos en la novela española de la domesticidad (S. XIX)” es el análisis que realiza V. Galván González tomando como base la obra de Fernán Caballero y la de una de las tres novelistas más representativas de la novela de la domesticidad en el siglo XIX en España (años 1850-70), Ángela Grassi. Aparte del hecho de que dedicarse a la literatura era aún, en esencia, un acto ciertamente subversivo en la época para una mujer, se trata de novelas de tendencia conservadora: “Los discursos de la domesticidad funcionan como resortes generadores de la cultura burguesa decimonónica”. En cuanto a Fernán Caballero, la crítica ha señalado su adscripción a una ideología neocatólica y españolista; véase al respecto su tratamiento del adulterio en dos de sus novelas más conocidas, La Gaviota y La familia de Alvareda, cuyas protagonistas son presentadas “desde una perspectiva demonizadora, que condena su comportamiento”. Para la autora del trabajo, no podía ser de otra manera, si lo que pretendían estas escritoras era “la legitimación de su escritura”.
La época victoriana y el ideal de mujer que propugna es el tema que desarrolla Mª. M. Pérez Gil en “De ángeles del hogar a parásitos. La crisis del ideal de feminidad en la Inglaterra de finales del siglo XIX”. Época de gran desarrollo económico, el largo reinado de Victoria supuso la primacía del Reino Unido en el mundo y la consolidación de una sociedad fuertemente jerarquizada, en la que la mujer estaba limitada a sus funciones doméstica y no debía rebasar su papel de “ángel del hogar”; pero hacia finales del siglo aparece un grupo de mujeres que se rebela contra los patrones de género vigentes: las New Women, que “defendieron su derecho a decidir por sí solas sobre sus vidas (…), a trabajar fuera del hogar y desarollar sus capacidades intelectuales”, lo que equivale a decir que se lanzaron a la esfera de lo público, paralelamente a la apertura de la enseñanza universitaria al público femenino, aunque con grandes reticencias al principio. Cierta literatura escrita por mujeres (Mona Cairo, Sarah Grand, Olive Schreiner) refleja estas transformaciones y aboga radicalmente por la igualdad de oportunidades para ambos géneros.

La presencia del vampiro (varón) goza sin duda de larga tradición en la literatura occidental. A. Mateo del Pino va más lejos en su análisis de este ser diabólico al centrarse en las féminas que se alimentan de sangre ajena (“Atracción fatal. Una iconografía literaria de la vampira”). La vampira postmoderna no puede ser exactamente igual que sus predecesoras las estriges, lamias o empusas, teniendo sin embargo en común que representan los “temores de una cultura que percibe a la mujer como un ser empeñado en dominar, succionar (sic) y devorar al hombre”. El análisis propone un completo recorrido por las manifestaciones literarias pertinentes, desde la tradición clásica (Aristófanes, Flavio Filóstrato), bíblica (Eva frente a Lilith) o árabe (la Ghula) hasta la literatura moderna, comenzando por La novia de Corinto de Goethe, una novia muerta que ha vuelto a la vida para materializar su deseo. En el XIX la producción es ya abundante (Keats, Poe, Gautier, Baudelaire) y aparecen los primeros grandes clásicos del género: La vampira de Féval y, especialmente, Carmilla de Le Fanu, “la vampira más protagónica y de la que más versiones cinematográficas se ha llevado a cabo” y con claras connotaciones lésbicas. El imaginario vampírico culmina, a finales del siglo, con el más paradigmático de los hematófagos, varón esta vez: Drácula de Bram Stoker (1897), que tanto porvenir tendría en el séptimo arte. Concluye la autora que con ello “se cierra un siglo, pero no una mentalidad”.
“El lado oculto de la luna”, de A. Alemán Gómez, es esencialmente un estudio de la genealogía de la femme fatale. Considerada tradicionalmente en su dimensión materna, la figura de la mujer adquiere un nuevo enfoque a partir del Renacimiento: se vuelve a Venus como prototipo de belleza y “surgen figuras misteriosas que aún hoy en día nos desconciertan (…) Todo lo siniestro (…) da lugar a una iconografía de esfinges, medusas, sirenas, sibilas, brujas”. Es a finales del XIX (masculino y misógino) cuando predomina el tipo de mujer excéntrica, cuya representación más significativa es la “mujer fatal”, deseada pero peligrosa (aun inconscientemente, como la ninfa: Alicia en el país de las maravillas), presente en la literatura del llamado “decadentismo” (Wilde, Huysmans) y en las artes plásticas: Olimpia de Manet, Salomé de Moreau. Esta iconografía desaparece con las vanguardias de principios del XX, y sólo el surrealismo recupera la visión de la mujer fatal por su connotación erótica, pero será luego perpetuada, a lo largo de todo el XX, por el cine y la fotografía.

Si la presencia de las mujeres en el teatro se limitaba tradicionalmente a su función como actrices, no faltan sin embargo las dramaturgas, como ha ido confirmado la investigación reciente y como pone de manifiesto C. Márquez Montes en un ámbito específico (“Mujer y teatro en Hispanoamérica. Una visión panorámica”). La nómina de autoras teatrales se inaugura en el XVII con la mejicana sor Juana Inés de la Cruz, mujer inquieta y cultivada, feminista avant la lettre. En el mismo siglo se sitúan otras de diversos países (Colombia, Perú), proliferan a partir del XVIII, son ya abundantes en el XIX en la mayoría de los territorios hispanoamericanos (Gertrudis Gómez de Avellaneda es seguramente el nombre más conocido) y ocupan un lugar preponderante en el XX: baste con citar a autoras como Isidora Aguirre, la más destacada y la de mayor producción.
Por su parte, F. J. Quevedo García centra su estudio en un novelista español contemporáneo, Vázquez Montalbán, en su trabajo “Colorada de noche, blanca de día. La transgresión femenina en La Rosa de Alejandría”. Tras situar al novelista en el contexto del género negro español actual, Quevedo analiza el motivo de la mujer marginal en este relato, cuyo protagonista es el inspector Carvalho, gastrónomo y meláncolico, ya clásico en ese ámbito de la literatura española. Las novelas de esta serie no se limitan a la trama policiaca, sino que constituyen verdaderos retratos sociales y psicológicos, como el de la protagonista femenina Encarna, mezcla (y en ello se ve la influencia de la literatura francesa en Vázquez Montalbán) de Mme Bovary (está casada, pero viaja a la gran ciudad para encontrarse con su amante: el viejo tema del adulterio) y de Belle de jour (se convierte en prostituta diurna por afición al sexo), con lo que se hace una outsider. Carvalho se encargará con éxito de averiguar quién acabará asesinándola.

T. Suárez Rojas cierra el volumen con unas reflexiones, desde el punto de vista de la mujer poeta (“La ironía. Otra forma de escritura excéntrica”), sobre la función de la creación en la postmodernidad (que supone “el desmantelamiento de la venerable tradición (…) y de las voces patriarcales imperantes”) y el recurso a la ironía en la escritura, además de con un conjunto de poemas propios que titula “Realidades virtuales”.
En conclusión, podemos afirmar que cada uno de estos trabajos, de contenido diverso dentro de una temática común, presenta un interés particular y supone una posibilidad real de apertura hacia otros análisis de línea similar, y de profundización en las investigaciones sobre la controvertida cuestión de la mujer y su papel en la sociedad y en la Historia. Los estudios culturales (en la acepción que se da actualmente al término) pueden aún esclarecer mucho sobre aspectos tradicionalmente relegados por la crítica “oficial” en razón de una supuesta falta de pertinencia.


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POESIA SOCIAL DEL PARAGUAY
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Luís María Martínez
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El Paraguay hasta hace pocos años fue un país boscoso, ubicado en el centro de la América del Sur. Ahora ya no lo es, pues se acentúa el desierto. A su geografía le persigue la fatalidad.
En cuanto a poesía y tras la hecatombe de 1870 las musas se movían a toque de tambor. El recuerdo del pasado glorioso, el heroísmo inusitado de su pueblo, el afán de reatar el hilo de la historia, hacían que las musas se bañaran preferentemente en las aguas del pasado.
Luego surgirían gobiernos autoritarios, poco dados a los afanes de la inteligencia. Todos se sustentaron sobre los rigores de la fuerza, en tanto que las ideas no contaban para nada. Como bien lo dijera el historiador francés J. Bertaut: “La idea es la enemiga capital de los soberanos”, es decir, de los gobiernos rudos y autoritarios.
Y en verdad el Paraguay ha tenido una historia llena de experiencias dolorosas igual, quizás, a la de cualquier otro pueblo; mas sus luchas por su libertad, por librarse del acoso de sus vecinos y de soportar las penurias de dos largas guerras internacionales, a las que hay que sumar las aventuras armadas protagonizadas por las facciones políticas del país, nucleadas detrás del Partido Liberal y el Colorado, ocasionaron durísimos desasosiegos y momentos de sangre, dolor y luto.
Por otro lado, la vida del país se caracterizó en casi todo el curso de su desenvolvimiento por la inexistencia de los beneficios de la libertad y la democracia. Los años de la opresión han sido los más numerosos. El pueblo permaneció casi siempre aplastado por regímenes dictatoriales, que crearon inmensos periodos de clausura, de asfixiante atmósfera de cárcel. El éxodo de la población hacia afuera fue también su resultado, por la inseguridad política y las inseguridades económicas.
Por tal motivo la poesía social que tradujo y llevó adelante la voz de los humillados y ofendidos tuvo innumerables cultores. Casi todos los poetas, en una o más oportunidades, volcaron sus rebeldías, sus protestas y sus deseos de libertad en los cauces de la poesía social. Ha sido el género poético más fuerte en el Paraguay, al canalizar el fuego civil que bullía siempre, en las vísceras populares.
Los reclamos de tierra por los campesinos, los pedidos de libertad, los clamores contra las arbitrariedades de todo tipo, la permanencia de la vida ciudadana en una especie de gran cárcel nacional, tiñeron la voz de los poetas con las aguas fulgurantes de la rebeldía, enarbolando al mismo tiempo banderas alucinadas de mejoramiento social.
Un representativo poeta de dicha poesía fue el segundo Hérib Campos Cervera, que vivió las peripecias dolorosas de la insurrección de 1947 y que lo arrojó al exilio, en donde al final murió abrumado por sus padecimientos: nostalgias, tristezas y desarraigo. El fue quien definió con cara exactitud la misión del arte en general: “Que no haya arte inútil, que no haya belleza divorciada del pueblo. El pueblo, su servicio, su redención, su justicia, deben constituir los motivos de todo trabajo”.
El poeta Leopoldo Céspedes, que se inmortalizó con el poema “Poeta”, definió el rol del bardo de esta manera:
“La vida de tu pueblo es el hecho
que espera de tu genio un poema de libertad inmenso:
el poema grandioso de las luchas.”
Manuel Verón de Astrada, otro destacado poeta de verbo social, definió los sones de la poesía como de “acción y movimiento” y al verso en particular como “nervio de combate”.
Las primeras muestras de la literatura social
Se produjo con la aparición de algunos periódicos pertenecientes a los gremios de trabajadores. Así en 1885 aparece el periódico obrero “El Artesano” y el 16 de mayo se constituye el primer sindicato de los trabajadores de las imprentas de la Capital. El 10 de mayo de 1889 se produce la primera huelga en el país: es protagonizada por los peones del Ferrocarril Central. En mayo de 1892 aparece el primer manifiesto anarquista.
El 14 de julio de 1892 en el diario “La Democracia” dirigido por el periodista Ignacio Ibarra aparece el texto internacional del himno socialista: “Hijos del pueblo”. Cuatro años después el gramático Delfín Chamorro (1863-1931) redacta un himno titulado “Los socialistas” para ser cantado por una comparsa de carnaval en Villarrica, donde proclamaba algo importante:
“Socialistas, corred por el mundo
a llevar la feliz redención
adoptando por patria la tierra
y por arma invencible la unión.”
Lamentablemente Chamorro por una decepción amorosa dejó de pulsar la lira, dedicándose por entero a la enseñanza.
En 1899 Blas Garay (1873-1899), historiador y excelente periodista, en el año de su muerte, proclamará exaltado un “Yo me inclino al socialismo”, confesando así sus reales convicciones. Luego con una extraordinaria franqueza habla del fracaso de los partidos formados hacía pocos años: el Liberal y el Colorado. Dirá que “carecen de programa” y que la única aspiración que tienen será “no servir a la nación” sino “subir al poder”. Luego en un rapto humanista dirá lo que falta: “falta el hombre y el pueblo”. Pocos años después expresará parecidas cosas el gran periodista de pluma irónica y firme Hérib Campos Cervera (padre) (1879-1922), y además una verdad histórica que subsiste: “El Paraguay no ha tenido un solo gobierno que se preocupe de las letras”.
Con extraordinaria visión de pensador avanzado, el mismo Campos Cervera lanzará otro concepto que la experiencia de la humanidad ha venido confirmando: “El cristianismo tuvo sus mártires como ahora el socialismo y el anarquismo, como mañana el movimiento que venga detrás de éstos. A medida que las masas estudian, son ellas las que deciden la sociedad.”
También algunas sabias mujeres sembrarán ideas no yertas sino avanzadas reclamando sus derechos por participar en pie de igualdad con los varones de toda la vida nacional, y lanzarán al mismo tiempo dardos hirientes contra muchos prejuicios religiosos que inhiben la vida de las mujeres. Hay que mencionar en los afanes de dicha lucha, en especial a Serafina Dávalos (1883-1954), la primera abogada del Paraguay, a Virginia Corvalán y a la periodista Ramona Ferreira, directora del periódico “La Voz del Siglo”, quien formulará este irrebatible concepto: “El librepensador es el heraldo de las ideas de redención de las masas esclavizadas por prejuicios vetustos, y a él debe la humanidad los progresos de que hoy disfruta.”
El 1904 llega al Paraguay un pensador increíble, dotado como dijera José Martí pero de otro, de “una prosa centelleante y cargada de ideas”: Rafael Barrett (1876-1910).
Este hombre frágil y enfermizo, supo sin embargo sobreponerse a su poca salud y sembrará ideas a montones. Denunciará las injusticias, los muchos dolores del pueblo, atacará a los yerbateros que explotaban inicuamente a cientos de trabajadores de los yerbales. Lo testimoniarán sus enérgicos y caldeados libros: “Lo que son los yerbales” y “El dolor paraguayo”.
El 1908 funda el importante semanario “Germinal”, título extraído al parecer de alguna obra del francés Emilio Zola, y que aparecerá hasta el número once. Poco antes de marcharse definitivamente del Paraguay, Barrett el 1 de Mayo de 1910 dará sus últimas indicaciones a los trabajadores, como el líder que se despide de sus prosélitos:”¡No nos resignemos jamás! ¡No nos conformemos nunca con el orden social. Seamos eternos descontentos... Empujemos el universo hacia adelante... Nosotros somos los dioses jóvenes... Nosotros somos los conquistadores del futuro... Seamos unidos, seamos fuertes... Criemos a nuestros hijos en el libre examen y en la santa rebeldía.”
El 17 de diciembre de 1910, a la temprana edad de 34 años fallece en Francia este extraordinario pensador que dejó imborrables huellas en el pensamiento del Paraguay. Posteriormente sus discípulos se reproducirían a montones. Hasta ahora su verbo promueve el descontento e ilumina los senderos de los forjadores de ideas y de los luchadores por la dignificación del hombre.

Primer poeta social: Ángel Ignacio González
Nace este poeta en las inmediaciones del Cerro Mbatoví, jurisdicción de Paraguarí, el 16 de abril de 1876. Posteriormente se afincará definitivamente en San José de los Arroyos. Periodista y poeta, también se caracterizó por tener grandes dotes para la oratoria. Colaborará con un grupo de librepensadores en varios periódicos en especial en “La Linterna Paraguaya”. En 1913 publica su primer poema social. Lo dedica al pedagogo anarquista Francisco Ferrer, quien enseñaba en la Escuela Moderna de Barcelona. Ferrer condenado injustamente por un supuesto delito, lo era en verdad por su rol de divulgador de ideas revolucionarias, es fusilado por disposición de la monarquía el 18 de octubre de 1908.
Luego se dará a conocer dos poemas importantes y extensos; el primero, titulado “A Dios”, donde aclara sus convicciones ateístas, al proclamar el fracaso del cristianismo tras veinte siglos de existencia; otra que lleva por título “Fatídicas”, donde apunta contra el poder dominante y pide la caída de las “testas coronadas”, así como la de los “dioses y hartos del siglo veinte”, que “no ven el llanto que derrama el pueblo ni oyen los gritos del dolor humano.”
Tras un confuso incidente familiar, este poeta herido de bala muere en Asunción el 14 de junio de 1929.

Cultores más destacados de la poesía social
Casi todos los poetas escribieron alguna vez poesía de matiz social, dirigida contra las injusticias o para pedir la libertad para el país y el pueblo.
Empero, los auténticos cultores no han sido muy numerosos. Mencionaremos a continuación a los más relevantes:

Eloy Fariña Núñez (1885-1929) Produjo un largo poema titulado “Canto Secular”, donde relaciona la evolución histórica del Paraguay desde la colonia hasta las primeras décadas del siglo XX. El poema, de matiz histórico social, expresa la maldición contra la guerra que arruinó al país en el siglo XIX; pide la vigencia de la libertad y exalta las virtudes de la democracia. Es como bien lo señalara el polígrafo Viriato Díaz Pérez: “Evocación trascendente y a la vez sentida del Paraguay a través de los tiempos y en su vitalidad continental presente.”

Julio Correa (1890-1953) Poeta y dramaturgo, tuvo su literatura matices populares. En vida editó un solo libro: “Cuerpo y alma” y recién en 1996 se reunió casi toda su poesía conocida. Correa es poeta de lenguaje áspero y duro, pues no recurrió a nebulosos recursos literarios para decir la verdad. En sus bellos y fuertes poemas “Madre” y “Parto”, menciona el difícil destino de la patria:
“Tu destino es un caos”, dice al comenzar y luego señala que la patria es cual “prostituta / que pasa de mano en mano”, es decir, a manos de sucesivos gobiernos tiránicos y opresivos, que atribulan al pueblo.
En el poema “Parto” menciona que el pueblo vive en medio de una
“guardia pretoriana
cáfila de bandidos,
(que) veja, atropella, mata y encarcela.”
Como dramaturgo dio varias piezas teatrales de singular contenido exaltando la vida difícil, de hambre (carú pocá) del pueblo y la carencia de tierra por parte de los campesinos, realidades no anuladas hasta ahora.

Los poetas José Concepción Ortiz (1900-1972) y Vicente Lamas (1900-1982) dieron algunas muestras de vibrante poesía social. El primero un poema referido al gran luchador y héroe de Nicaragua “Sandino”, al que también se refirió en su momento Manuel Ortiz Guerrero (1897-1933); y el segundo, Lamas, un conmovedor poema dedicado al combatiente paraguayo caído en los campos de batalla de la guerra civil española de 1936 al 39: José Aparicio Gutiérrez.

Manuel Verón de Astrada (1903-1989) Fue poeta que formuló toda su obra poética, un poco a la amatoria, a tenor de la poesía social. Se refirió en sus dos libros “Banderas en el alba” y “Cantos liberados” a los héroes populares, exaltó las luchas del pueblo, dirigió dardos certeros contra la opresión y contra el Poder que mantiene al pueblo en condiciones miserables. Dice que el Poder quiere mantener a la “Patria fría” y a los hombres “macilentos y dormidos” y encadenar su “firme pulso indio”. Mencionó al creador de la guarania: José Asunción Flores, valorando su vida paradigmática. También escribió de Artigas, de José Martí, etcétera.
Produjo unos años antes de su muerte un bello libro de ensayo: “Hombres en la vida y en la muerte”, donde recuerda a intelectuales y escritores a quienes conoció en vida.

Hérib Campos Cervera (hijo) (1905-1953) Fue prácticamente el padre de la poesía contemporánea, que deshecha el exceso de adjetivos y centra su fuerza en el brillo sorprendente de la metáfora.
Fue más que un poeta un luchador por las causas populares, una figura emblemática. Su único libro “Ceniza redimida”, libro-bandera, está poblado por los acontecimientos relacionados con la insurrección civil y militar de Concepción de 1947. Insurrección que se alzó contra el golpe reaccionario y antidemocrático de enero del mismo año. Higinio Morínigo en complicidad con elementos nazi-fascistas del Partido Colorado habían sido los autores del golpe.
La revuelta provocó poco después un efecto traumático en la vida del país: generó un éxodo jamás visto, cuyos efectos continúan hasta la fecha: miles de emigrantes decidieron no volver al país.
Campos Cervera redactó dos poemas de gran importancia e influencia: “Un puñado de tierra”, la añoranza que provoca la tierra en el exilio, y “Regresarán un día”, canto de fe en el triunfo del pueblo, pese a lo que dure la tiranía y la opresión.

Aristides Díaz Peña (1907-1996) Notable poeta, luchador pertinaz por la libertad y la democracia. Sufrió persecuciones y penalidades de todo género; estuvo por espacio de dos años (1947 al 49) en la horrible Cárcel Pública, aledaña a la Catedral Metropolitana. Vivió toda su vida en la penumbra y la clandestinidad. Prueba de ello es que su único libro, “Acentos en la brega”, salió a la luz, increíblemente, cuando el autor tenía ya 80 años. Prueba elocuente de que el poeta social sufre el acoso, la exclusión social y la persecución de los opresores por anularlo.
Fue el único poeta que denunció el carácter ínter imperialista (Inglaterra-EE.UU.) de la Guerra del Chaco, suscitada por la posesión del petróleo que se suponía como existente en la región, con el poema titulado “La discordia del dólar y la libra esterlina”. El poeta también reivindicó la memoria de héroes asesinados por la dictadura y enfocó su acento con energía y decisión contra la opresión que agobia al pueblo. El abogado Díaz Peña fue un hombre de increíble rectitud y honradez. Soportó con estoicismo todas las penalidades.

Antonio Ortiz Mayans (1908-1995) Poeta que consignó en hermosos versos su rebeldía social. “Obrerita” y “Palabras para mi tierra infortunada”, tienen la estricta claridad de los grandes poemas, que relacionan la vida dura de la obrera y las luchas del pueblo a través de toda su vida. Proclamó con mucha verdad el singular deseo de todo el pueblo:
“No más harapos, grillos y cadenas
en tierras comuneras.”

Fernando Guerra (1909-1986) Produjo un libro valioso: “Rumor de muchedumbre y grito de amor”, cuyos poemas, al decir de Augusto Roa Bastos, “tratan de esclarecer las conciencias de sus semejantes, fortalecer su espíritu de lucha común por la erección de un mundo de verdad”.
“La marea” es su más grandioso poema donde relata los períodos históricos experimentados por la humanidad: la esclavitud, el feudalismo y el capitalismo de la “libre empresa”.

Santiago Dimas Aranda (1924) Poeta fundamental de la poesía social. Fundamentó sus ideas en varios libros importantes: “Antología del silencio”, “Sangre de tierra y luna”, “Palo verde”, “Metal es la fragancia”, “Fragancia de raíces”, etcétera. También dio en novela las experiencias de la insurrección de 1947: “La pesadilla”.
Aranda alaba a muchos importantes luchadores, destaca el papel de la juventud, menciona las funestas dictaduras que prevalecieron en América en su poema: “Santo y seña: ¡Traición!”. Con motivo del atentado en 2001 en EE.UU. contra las Torres Gemelas mencionó el porqué quizás de la increíble acción en su poema: “Al poderoso caballero Tío Sam”.
Falta indudablemente todo un estudio de la importante poesía de Aranda. A estar con la opinión de Victorio V. Suárez en su grueso tomo titulado “Literatura paraguaya 1900-2000”, dice que las obras de Santiago Dimas Aranda “fueron silenciadas injustamente por la burguesía intelectual de nuestro medio”, que es la verdad.

Félix de Guarania (1924) Desde su pequeño libro “Poemas de noche y alba”, redactó importantes versos sociales sobre diferentes aspectos de la vida política y social del país. El mismo reivindica que sus cantos son “cantos de sangre y estrella” y “cantos de surco y trinchera”, es decir, de guerra y pelea.
Valoró el poeta a grandes luchadores caídos en combate, asesinados por la dictadura, ese Moloch sanguinario que ensangrentó al Paraguay, como: Alberto Candia, Mariano Roque Alonso, Antonio Alonso, Juan Carlos Rivas, Emiliano Paiva Palacios y tantos otros más.
Como conocedor del guaraní, escribió en dicho idioma también muchos valiosos poemas. En cierta oportunidad creí oportuno sintetizar el itinerario literario de este poeta de la siguiente manera: “Un escritor atrapado por las letras y por la acción. Un poeta atrapado por las turbulencias de nuestros días. U pedagogo de orientaciones claras y terminantes.”

Carmen Soler (1924-1985) Produjo los poemarios titulados: “Poemas” y “En la tempestad”.Posteriormente la Editorial Arandurá reunió toda su poesía conocida bajo el título de “La Alondra herida”, que tiene un sesgo incalculable.
Sus poemas son llenos de fervor y combatividad, y ella misma fue una inclaudicable luchadora, por lo que sufrió serias penalidades en cárceles y comisarías.
Es indudablemente la más alta representante femenina de la poesía social.
Habló, por ejemplo, de la “Obrerita”, de muchos luchadores contra la dictadura y en más de un poema lo recuerda a su hermano el abogado Miguel Ángel Soler, asesinado con saña y crueldad en las dependencias siniestras de la División de Investigaciones de la Policía, por entonces bajo la jefatura de Pastor Coronel, sádico de la peor especie.
Hasta ahora toda la poesía de Carmen Soler mantiene la más cara y clara vitalidad.

Elvio Romero (1927-2004) Indudablemente el más alto representante de la poesía social contemporánea. Orientó a la ciudadanía con sus versos y persiguió a los opresores y verdugos con el calor militante de su literatura. Participó en la insurrección de Concepción de 1947 y luego pasó a vivir en el exilio hasta la caída de la dictadura en 1989. Acudía de tanto en tanto a respirar el aire del país, aunque muchas de sus raíces ya estaban plantadas en Buenos Aires, ciudad en la que finalmente falleció.
Su poesía vibrante y de luminoso matiz fue elogiada por personalidades destacadas de la literatura latinoamericana, como Miguel Ángel Asturias, Nicolás Guillén y Gabriela Mistral. Obtuvo el primer Premio Nacional de Literatura en 1990. Reunió sus conferencias y sus artículos de periódicos en algunos volúmenes y pergeñó la personalidad literaria de Miguel Hernández, en el libro editado por la Editorial Losada: “Miguel Hernández, destino y poesía”, que tuvo gran difusión.

Miguel Ángel Caballero Figún (1944-2005) Inspirado poeta social, donde el lirismo se sobrepone a lo conceptual. Sus poemas “Abrid las sepulturas” y “Me duele mi país” tienen la artesanía poética señalada, pues poseen la factura adecuada para ser musicalizados. Fue un hombre que vivió la poesía al más alto nivel, por lo que nunca se preocupó de lo material. ¡Un puro ardor poético!

Jorge Canese (1947) Intranquilizó seriamente a la dictadura en un momento dado con su poemario “Paloma blanca, paloma negra” en 1982. Persistió posteriormente en el mismo camino. Poeta dado a curiosas innovaciones, derivó muchas veces su literatura por increíbles caminos. Produjo también varios libros de cuentos, siendo el de mayor éxito el que lleva por título “Stroessner roto”.

Del Taller Literario Manuel Ortiz Guerrero surgieron varios poetas sociales de importancia, como Moncho Azuaga (1952), cuyo poemario “Ciudad sitiada” tiene indudable valor. Escribió paralelamente muchas obras de teatro, todas de contenido social, representadas hasta en algunas plazas públicas de Asunción. Emilio Lugo (1954) de pegadiza poesía social, redactó poemas importantes sobre “Francia”, el “Mariscal López”, “Emiliano R. Fernández”, etc. No reunió aun en libro su numerosa producción. Victorio V. Suárez (1952), Ricardo de la Vega (1956), Mario Casartelli (1954), tienen poemas valiosos de contenido social.
Quienes se preocuparon también de dar presencia a su verbo social y que redactaron su obra sin estar en grupo alguno fueron, por ejemplo: Joel Filártiga (1932), Rubén Bareiro Saguier (1930), Carlos Villagra Marsal (1932), Rudi Torga (1938-2002), con versos musicalizados, Zenón Bogado Rolón (1954-2005), cuya poesía está escrita en guaraní, Tory Lubeka (1962), poeta talentoso y original, que enfoca con mucha ironía el panorama político, social y cultural del país.
Quien encaró la poesía social con seria responsabilidad ha sido indudablemente Gilberto Ramírez Santacruz (1959) cuya temática es vasta y significativa. Es el más promisorio poeta social del presente. Reunió toda su poesía en un grueso volumen en el presente año. Publicó además dos libros de cuentos y una novela que analiza aspectos de la guerrilla producida en el país en los años 1959-60: “Esa hierba que nunca muere” que, indudablemente, es la libertad.
Por lo demás, muchos poetas produjeron unas que otras muestras vigorosas y buenas de poesía social, como Emiliano R. Fernández (1894-1949) tal “Mboriahu memby”; Mauricio Cardozo Ocampo (1907-1982) con “Chococue purahey”; Víctor Montórfano (1909-1975) con su “Tetaguá Sapucai”; Ida Talavera de Fracchia (1910-1933) con “Padre nuestro” y “Protesto”; Carlos Miguel Giménez (1914-1970) con “Mi patria soñada”, verdadero himno democrático y progresista; Teodoro S. Mongelós (1914-1966) con “Jha mboriahu”; Emilio Armele (1915-1944) con su “El que escribe la historia” y su “Canto al nuevo guerrillero”; Néstor Romero Valdovinos (1916-1987)con “Asunción, ciudad mártir”; Carlos Caballero Ferreira (1916-1969) con su “Diana versátil”; Augusto Roa Bastos (1917-2005) con varios poemas de “Poesías reunidas”; Oscar Ferreiro (1922-2004) varios poemas de “El gallo de la alquería y otros compuestos”; Manuel E.B.Argüello (1925) con su “La tierra del silencio”; José Luis Appleyard (1927-1998), con “Cárcel de paralelos” y “Hay un sitio”.

Finalmente hay que decir que la poesía social paraguaya es fuerte, de rico lenguaje y de gran significación en la vida y tradición literarias del país. No hay quizás en América un país que haya producido tan buena poesía social, pues lleva el clamor de la ciudadanía y el sueño de mejoramiento social de vastos estratos de la población. Es la visión resumida de muchos pasajes de la historia del Paraguay: ¡su vida pergeñada en versos!

Luís María Martínez
29 de Septiembre de 2006
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[1] Posteriores noticias y comentarios afirman que las declaraciones de Marcola fueron arregladas, que las redactó un pariente, y otras salvedades que en nada alteran la realidad de autos y ómnibus incendiados, atropellos y barricadas que nos ofrece la T.V. que no desmiente el discurso anterior.
Palabras Escritas Nº 3 continuará en otra página.
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